sábado, 9 de agosto de 2008

[Interviú] [Juan José Acosta]

Al rugby, de corazón
Juan José Acosta, cardalero de 23 años, forma parte de la elite del rugby nacional: juega en Alumni (sub campeón 2007) desde los 14 años y ya hizo sus primeros pasos en la primera división. En la final del campeonato de la U.R.B.A tocó el cielo con las manos: ingresó sobre el final del partido. En esta entrevista, cuenta cómo lo vivió y habla de lo que se viene. Además, opina del rugby en Cardales y de cómo encara el 2008.
Difícil es explicar lo que el corazón aún no ha meditado y aquello que la mente nunca procesará como algo lógico y racional. Este es el caso de los hechos inesperados, inusuales, esos que se tiñen bajo el manto de lo irrepetible y que conjugan suaves y raras dosis de sorpresa.
Es empalagoso presenciar el intento de una explicación imposible, que solo se trasluce a través de gestos y miradas embravecidas de emoción, cuando las pulsaciones se agolpan en la boca a los empujones y las palabras se tropiezan al salir, todas desordenadas, fuera de control, extasiadas y vanales. Los sonidos no logran contemplar el campo de las sensaciones, y un rostro enardecido por un recuerdo latente se engolosina con el pasado, se revuelca en el aire sin timidez y despliega un sin fin de enumeraciones discordantes, irreflexivas e incoherentes.
Pero en medio de ese desorden catastrófico del lenguaje, una mirada lo dice todo, unas lágrimas reprimidas en las puertas de los párpados se hacen notar, dicen lo indecible.
Así reacciona Juanjo, "el Pingüino", el gordito de la primaria, el pilar de acero de la actualidad, el tipo cómico y frontal de siempre. Una persona con sueños, ilusiones y pasiones, que siente un amor de dimensiones supremas hacia el deporte de su vida, el amor de su vida.
El tipo se destapa, el jugador se confiesa, se desnuda ante el grabador, y se entrega por completo en cada palabra, dedicadas en todo su esplendor al rugby, de corazón.
Juanjo, viviste un final de 2007 que recordarás por el resto de tu vida…
La verdad es que fue inolvidable...una locura. Los cinco partidos que jugué entré en los últimos minutos, pero el hecho de haber entrado contra Hindú, en la final, en la cancha de Ferro... esos tres minutos no me los olvido nunca más en mi vida.
¿Cómo fue ese día?
Me levanté temprano, por los nervios a las 7.30hs ya estaba arriba (risas), a la noche no dormí nada, no podía pegar un ojo, todo el tiempo soñando el partido, soñando que entraba...
¿Lo soñaste?
Si, uno siempre sueña, y los sueños sirven para eso, para imaginarte cosas que son casi imposibles.
¿Cómo viviste los primeros minutos del partido?
Estaba en el banco atento al partido y con una oreja escuchando la hinchada... al ratito nos mandaron a calentar atrás de la ‘H’ donde estaba toda la tribuna de Hindú, y solamente escuchábamos puteadas (risas). En el segundo tiempo fuimos a calentar al ingoal donde estaban los de Alumni y te puedo asegurar que eso fue lo mejor que me pasó en la vida... eso fue lo que me cambió la cabeza hoy en día.
¿Por qué?
Porque yo en el club me mato siempre y entreno con todo, pero personalmente no me gustaba ir al gimnasio y con eso daba una desventaja física muy grande. Pero a partir de ese día me cambió todo.
¿Qué pasó?
Entramos corriendo al ingoal y empiezo a escuchar que gritaban mi nombre. Cuando giro la cabeza veo a mi mejor amigo, Sebastián, a Marcos Bozzani y otros dos chicos más que no me acuerdo quiénes eran porque cuando los vi a estos dos ya me quería morir... y al rato empiezo a escuchar "poné al pingüino la p... que te parió". Cuando lo empecé a escuchar decía "¡no puede ser!", miré a la tribuna y estaban las dos camadas que había entrenado y las infantiles de Alumni, y ocho chicos se habían escrito una letra cada uno en la panza y entre todos decía "P-I-N-G-Ü-I-N-O", tengo una foto de eso que cada vez que la veo se me pone la piel de gallina. Y cuando los vi me quería morir, no lo podía creer, era una emoción muy grande, y por dentro decía "por favor meteme, porque entro y mato a alguien, a uno me llevo, salgo en silla de ruedas pero a uno me llevo conmigo" (risas). Es algo que te pone en una situación que no podés reaccionar, no... estás con la cabeza mil. Ya me había tomado ocho botellas de Gatorade, no paraba de orinar y de correr. Estaba muy nervioso.
¿Y el final cómo fue?
Pensé que ya no entraba y me puse a alentar a los que estaban adentro.
¿Vos creías que podías llegar a entrar?
No me lo esperaba, era algo muy loco, porque en el año no había jugado ningún partido de titular, y cómo iba a entrar justo en la final... pero en ese momento se acalambra el Hooker y el entrenador me dice: "Pingüino entrá, ¡dale!". Me quedé mirándolo como si estuviera loco, y ahí nomás me saqué el camperón y me metí en la cancha.
¿Te acordás la última jugada?
Se derrumba el maul, caemos al piso y suelto la pelota para atrás. Cuando miro para arriba veo al árbitro que toca el silbato, me mira y me dice: "knock on". Nooo... me quería morir, porque no había sido knock on, era imposible, no había lógica para que sea knock on, no podía ser... se armó una discución, se armó el scrum, y por dentro pensaba "bueno, es el último scrum del partido, agarran la pelota y la sacan de la cancha". Y eso pasó...
¿Cómo fue ese momento?
Se te cae el mundo encima... se te cae el mundo encima, y se apaga todo, tenés ganas de llorar, querés matar a todos los que tenés festejando al lado tuyo, mirás a tus compañeros, ellos te miran, nadie lo puede creer, no sabés que tenés que hacer. Es el día de hoy que lo odio, al árbitro lo odio.
¿El día siguiente qué hiciste?
Me conseguí un entrenador, que fue preparador físico de Los Pumas en el ’99, empecé a entrenar con él y no paro.
¿Por qué decidiste eso?
Porque no puedo dar más ventajas físicas. Ahora estoy dos horas y media por día de lunes a viernes adentro del gimnasio, me estoy matando...
Hace mucho tiempo que estás en Alumni.
Claro, estoy desde los 14 años. Empecé un poquito tarde pero por suerte me pude adaptar muy bien.
¿Antes habías jugado en otro club?
Solamente en el colegio, y es una anécdota muy graciosa porque toda la vida yo fui "el gordito", el que iba al arco en handball, en fútbol... ¡y yo era hábil loco! (risas) Cuando iba adelante metía goles pero nadie los veía. En cambio, el primer día de rugby en el colegio, me dan la pelota, empecé a correr y no me podían parar. Así que a partir de ese momento me empezaban a elegir primero (risas). Y eso me gustaba, aparte soy masoquista y me gusta pelearme y que me golpeen. Es algo loco, pero amo que me golpeen (risas), me encanta.
¿Cuáles son las expectativas para este año?
Quiero la titularidad.
¿Cómo la ves?
Estoy muy confiado, adelante tengo un tipo con mucha experiencia, con lo cual es un desafío muy grande. Pero voy a hacer todo lo posible por ocupar su lugar.
¿Y una vez que logres la titularidad?
Salir campeón con mi club. No me voy a ir a ningún lado sin salir campeón con Alumni, para que todo el mundo conozca esa camiseta.
¿Con qué soñás?
Con jugar la final contra Hindú de titular.
Ganándoles...
Humillándolos (risas).
¿Cómo y dónde te imaginas dentro de cinco años?
Cinco años... uff... tendría 28.
Es mucho tiempo...
La verdad que si. Sueño con estar jugando en un equipo de la primera de Francia.
¿Lo ves como algo posible?
Si, pero nunca quiero decir que si por miedo a que se pinche. Pero es algo que me encantaría.
¿Qué es el rugby en tu vida?
Es todo... todo.
¿Qué te dio el rugby?
Yo sin el rugby no sería yo... si no hubiese jugado al rugby, estaría sentado en una mesita tomando una cerveza y mirando cómo pasan todos por el ‘tontódromo’. La diferencia fue que mientras mis amigos estaban ahí, yo estaba en la parada de colectivos del frente esperando el bondi con el bolso al hombro para ir a entrenar.
¿Qué le reprochás al rugby?
Nada, está hecho así y yo lo acepté como es, lo quiero así.
¿Qué le agradecés?
La cantidad de amigos de fierro que me dio. Y lo que me enseñaron desde la primera vez: dar primero, siempre sumar.
¿Cómo definirías al rugby?
Alumni.
¿Por qué?
Porque es amistad, solidaridad, respeto, compromiso y amor.
Nos vemos el año que viene en este mismo lugar, con vos jugando en primera...
Espero eso, y mucho más... ]

Proyecto Cardales

En 2003 estuviste involucrado en la organización del equipo de Los Cardales. ¿Por qué no se puede afianzar un equipo acá?
Es muy difícil porque todos están muy metidos con el fútbol, y sacarlos de eso es muy difícil. Solo se podría hacer si se organiza bien y hay un compromiso de la gente.
En aquel año se formó un grupo interesante, pero no se logró una estabilidad, ¿Por qué sucedió eso?
No hay gente. ¿Cuántas personas mayores de 21 años se pueden conseguir en Cardales para que entrenen después de las 9 de la noche dos veces por semana? Los contás con los dedos de las manos.
¿Cómo tomaste esa experiencia en lo personal?
Fue mi primera vez entrenando a un grupo en rugby. A mi me encantó porque el rugby me fascina.
¿En el corto plazo se puede llegar a armar algo?
Se podría, pero habría que unir a Cardales con Capilla. Si se lograra esa unión sería muy bueno. ]

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