sábado, 16 de agosto de 2008

[Interviú: Carlos Espósito]

"Nunca me imaginé que iba a llegar donde llegué"

En una entrevista a fondo, Carlos Espósito reflexiona acerca de su vasta carrera en el arbitraje, cuenta anécdotas imperdibles, habla de su particular llegada a Cardales y sentencia: "con el referato viví experiencias que me marcaron de por vida".

Las malas lenguas dicen que los árbitros son futbolistas frustrados. ¿Ese es su caso?
(Risas) No, yo siempre fui un tronco jugando a la pelota. Entré en el arbitraje porque mi suegro también fue árbitro y me hinchaba con que yo tenía buen físico y grandes condiciones para esto. En el ’63 hice el curso y a los dos años ya estaba dirigiendo en las infantiles de A.F.A.
¿Antes se había imaginado todo esto?
La verdad que no, porque en ese entonces tenía 25 años y mi actividad laboral estaba vinculada con el gremio del calzado. Entré pero nunca me imaginé que iba a llegar donde llegué. La vida fue dando sus matices…
Todo se fue dando como sin querer.
Es que a medida que vas escalando categorías te vas poniendo otras metas, otros horizontes. Cuando llegué a Primera B me propuse llegar a Primera, lo cual no era fácil en ese momento, pero tuve una carrera rápida y ya en el ’75 estaba dirigiendo en la Primera División, en el ’78 fui Internacional y en el ’91 me retiré.
No era normal que un árbitro progresara tan rápido…
Hubo pocos casos: Lousteau, Bava, Lamolina… uno siempre se fija una meta. Pero hoy (por el miércoles 13) estaba mirando el partido de Argentina y me acordaba que fui el primer árbitro que dirigió en China en 1985. Fueron experiencias que lo marcaron a uno en la vida.
¿Qué recuerda de los comienzos?
La dificultad estaba en que había que viajar 3 o 4 horas para ir a una cancha, hasta poseer un vehículo propio.
¿Lo positivo era que no existía la violencia de la actualidad?
Claro, no pasaba todo lo que hoy vemos. Había barrabravas pero no eran lo que son… antes ibas a una cancha y la gente iba hasta con saco y corbata.
¿El respeto del jugador hacia el árbitro se fue perdiendo también?
Eso nunca se pierde, al respeto lo marca el árbitro con su personalidad. Yo estoy a cargo de la escuela de árbitros de la Liga de Escobar y siempre les digo a los muchachos que "para que al árbitro lo respeten, primero hay que saber respetar".
¿Qué rescata de los primeros años en el arbitraje?
El hecho de dirigir a uno de los mejores equipos que vi en mi vida: a Dálmine, cuando les decían "Los Holandeses". También tuve la posibilidad de dirigir la final del campeonato y del descenso, y en Primera B lo mismo.
¿Una vez que llegó a Primera tuvo que pagar derecho de piso?
No… al quinto partido ya estaba dirigiendo Racing-Boca en el Cilindro de Avellaneda. ¡Un miedo tenía! (Risas) La cancha estaba llena…
¿Qué sintió ese día?
Fue algo muy lindo, al final este fue el clásico que más veces dirigí (lo hizo en 7 oportunidades). En ese momento sentía que no me podía equivocar, igual el que dice que no se equivoca miente, pero al menos intenté cometer la menor cantidad de errores posibles. Ese día jugaron Basile, el "Panadero" Díaz, Suné, Veglio, Fellman…
Unos nenes…
(Risas) Si, era una época de jugadores bravos. A partir de ese día no paré, después de dirigirlo quedé muy bien parado.
La oportunidad de ser un árbitro FIFA le llegó muy rápido también.
Si, fue en el ’78, después del Mundial. Pero se dio así porque después de la Copa del Mundo hubo un gran recambio de árbitros.
¿Cuál fue la primera competición que le tocó dirigir como Internacional?
Los Panamericanos de Puerto Rico. Siempre dije que con un silbato llegué a recorrer el mundo, aunque después también lo haya hecho por mis propios medios con mi familia. Creo que el mejor recuerdo que me dejó el arbitraje fue el hecho de haber dirigido a los mejores "10" del mundo.
Maradona, Platini, Hugo Sánchez, Bochini, Beto Alonso…
Y también a Pelé, cuando él estaba en el Cosmos. ¡Cada jugador había!. Nunca me voy a olvidar de un Independiente-River en cancha del rojo, estaban Bochini y el Beto juntos en la cancha: ¡no tenía ganas de terminar nunca el partido! (Risas) También lo dirigí a Zico, Valderrama…
¿Cuál fue el que más lo sorprendió dentro de una cancha?
El Diego. Lo dirigí en Argentinos y Boca. Tuve la desgracia de ser el primer árbitro en expulsarlo, en el ‘81. Por eso quedé en Cardales…
Tuvo que refugiarse…
Los periodistas me seguían, me esperaban a la salida, salí de la cancha de Boca a las cinco de la mañana. Fue en un Boca-Vélez después de una jugada desgraciada, porque yo estaba controlando a un jugador porque me dijeron que le estaba pegando al Diego a mis espaldas y cuando lo enganché, el Diego reaccionó y lo tuve que echar a él también. Por suerte ese día ganó Boca, porque sino todavía estaría viviendo en la Bombonera (risas). Después de ese partido me vine 15 días a Cardales y desde hace 27 años estoy acá. Yo tenía una casita pequeña de fines de semana, donde venía siempre. Ahora me van a tener que sacar para delante (risas).
¿Cómo conoció Cardales?
Por la caza deportiva. Me gusta mucho.
¿Tiene otra anécdota con el Diego?
Tuve la suerte de ver el gol a los ingleses y de ver la final del Mundial.
En esa Copa del Mundo usted se consagró.
Fue muy lindo, me tocó ser el primer árbitro argentino en dirigir un partido de segunda ronda después de 16 años. Además, tuve la suerte de referear el primer partido de México en el Mundial. Ese día contra Bélgica había más de 140.000 personas en el Azteca, vos entras ahí adentro y decís "acá si que no me puedo equivocar".
¿Usted soñaba con dirigir en un Mundial?
Cuando llegué a Primera, antes no. Porque es algo muy complicado, cada cuatro años llega uno y muchos quedan en el camino. Elizondo tendría que haber ido en 2002, pero lo mandaron a Sánchez y fue un fracaso para el arbitraje argentino, aunque después Horacio tuvo revancha.
¿Es simple la vida del árbitro?
Necesitas el apoyo incondicional de tu familia y yo por suerte tenía a mi esposa, ahora fallecida, que me bancó siempre. Igual lo que siempre rescato de mi carrera es que a cada lugar que fui, siempre pude conocer y recorrer: haber puesto los pies en la Muralla China, conocer Yugoslavia… aprovechaba esos viajes para instruirme a mi mismo.
¿Cuál fue el viaje que más lo maravilló?
España, por su belleza, y China, por toda su historia y costumbres, es una cultura totalmente distinta a la nuestra, ese fue un viaje que me cambió la cabeza…
¿Cómo fue la decisión de dejar el arbitraje?
Tuve problemas con el Director de la Escuela y, por otra parte, estaba cansado, ya no lo disfrutaba tanto y no me quedaban objetivos por cumplir. Tomé la decisión justo en un San Lorenzo-Argentinos en cancha de Ferro. Un jugador me dijo: "Carlos, ¿qué le pasó? Cobró dos penales que no existieron…". Y le dije: "tenés razón". Y no dirigí más.
¿Qué materias le quedan pendientes?
Siempre quise hacer una Escuela de Árbitros en Exaltación de la Cruz, incluyendo a Río Luján. Tengo muchas ganas de hacerlo, porque la zona ha crecido mucho y es un trabajo con buena salida laboral.
¿Cómo vive el crecimiento acelerado de Cardales?
Es raro, yo antes salía al frente de mi casa y me cazaba cinco perdices, ahora salgo y está lleno de gente (risas). Ahora hablando en serio, me parece bárbaro que crezca Cardales, lo único que me molesta es que la gente que viene los fines de semana hace acá lo que no les gusta que les hagan a ellos: tiran basura por la calle, ya me he peleado varias veces…
Le quedó el temperamento del arbitraje…
(Risas) Parece que si… ]
La mano de Dios
«A Diego (Maradona) tuve la desgracia de ser el primer árbitro en expulsarlo, en el ‘81. Por eso quedé en Cardales…»
Espósito cuenta:
El partido que más disfrutó: "Independiente-Argentinos, antes que Argentinos jugara la Intecontinental contra Juventus. Ese partido estaba lleno de monstruos. Y Francia-Italia en el Mundial".
El jugador más bravo: "Enzo Trossero, no por lo agresivo sino por lo molesto y charlatán que era con los árbitros. Otro tipo complicado era "Checho" Batista"(actual DT de la Selección Olímpica).
El jugador con el que haya tenido mejor relación: "varios: el "Chino" Tapia, el "Turco" García, Redondo…".
Una anécdota: -"Clásico rosarino, Central-Newell’s en el Parque de la Independencia, vino Llop, me pegó una palmada en el hombro y me dijo: "hola flaco, ¿cómo anda?". Le respondí: "yo no le dije a usted que no tiene los ojos celestes. Así que ahora cuídese…". Empezó el partido y el tipo no tocaba la pelota (risas). En un momento se paró el partido, lo llamo al Tata Martino y le digo que le avise a Llop que era un chiste lo mío".
-"Newell’s-Argentinos, en Rosario. En el primer tiempo Maradona mete un gol. Cuando salen los jugadores para jugar el segundo tiempo, viene el "Tolo" Gallego y me dice que vio por televisión que el gol había sido con la mano. Y yo le pregunto: "¿y vos que estabas en frente de él no lo viste?". Y me dice: "no, la verdad que no…". El Diego era un fenómeno para eso (risas). ]

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